viernes, 20 de abril de 2012

Dinero público y dinero privado

El payador se las tira de analista y critica a periodistas que difunden conceptos arcaicos y a favor de sus patrones.


Hoy me voy a entrometer
en asunto peliagudo:
de dónde viene la plata
de que come cada uno.

Yo soy payador antiguo
pero en algunos concetos
estoy más atualizao
que ciertos periodistuchos
que se las dan de preclaros
y repiten como loros
concetos remarchitaos.

Esiste un viejo argumento,
esgrimido por los garcas:
que el sueldo de un estatal
lo paga el pueblo y es
destinto de lo que cobra
un empleao privao al mes.

Pues yo le digo que no,
que lo que gana un obrero
esplotao en una empresa
también lo paga el Estao
pero de forma indirecta,
con políticas fiscales
(malas, regulares, güenas),
gastos en publicidá,
en promoción e inversiones
de empresas de todo tipo
y obras de infraestructura
donde lo público impulsa
la actividad del privao.

Esto es muy elemental,
tanto que yo no me esplico
cómo esisten periodistas
que se siguen regodeando
con que su sueldo lo paga
una empresa y nada más.

Como si, por ejemplo,
multimedios no tuvieran
una muy bonita entrada
en publicidá oficial.

Y más cuando siempre arreglan
con los gobiernos de turno
y entonces hacen negocios
por aquí y por allá.

Así que güeno, no jodan
che periodistas llorones
y dejen de defender
todas las santas mañanas
la caja de sus patrones,
que si el Estao no diera
un centavo a su ración
ustedes no cobrarían
ni pa pagar el facón.

Que cualquier sonso lo sabe:
no es bruta la diferencia
entre público y privao,
es decir quel arrocito
que hoy le cocinó a sus hijos
se pagó con el dinero
que aportan todos juntitos
el Estao y sus clientitos.

Es decir, para poner
unos poquitos ejemplos
de medios de la provincia:
me refiero a la Nihuil
la Elevediez, los canales,
los diarios y las demás radios
y la lista está incompleta,
pero toditos los medios
toman del Estao la teta
y desde esos mesmos sitios
matan a la ley de medios.

Este payador es bruto
pa espresar lo que pretende,
pero algo se ha estudiao
y conoce de memoria
argumentos tan trillaos
de los pobres gerentitos
defensores del patrón
y críticos del Estao.

“Estadofobia” se llama
lo que padecen los momios,
y este conceto crucial
no lo me lo ha soplao a mí
ningún tipo reinorante
sino el gran Roberto Bobbio.

Y si quieren cultivarse
sobre la íntima relación
entre público y privao,
pregúntenle al Budú,
que hace negocios cruzaos,
y ahura todo es un escándalo,
che, Clarín, qué disgraciao
si vos con papel prensa
tenías todo abrochao.

También se pueden ler
un libro de una francesa
que ya se pasó de moda
pero que pintó completa
la tremenda dependencia
del Estao a los sotretas:
“El horror económico”
se titula esta obrita,
lealá y después me cuenta
de dónde sale la guita.

O, como broche de oro,
pasenlé una releída
a esa biblia de los pobres
que es “Las venas abiertas
de la América Latina”.

Ansí, me arrodillo y pido
ya dejen de hablar güevadas,
estimaos periodistas
que naides tiene en el tema
la penúltima palabra
y todos sabemo e sobra
de dónde viene la plata
que baila en la billetera
o se esconde en la alpargata.


21 de abril de 2012

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