miércoles, 19 de abril de 2017

Ataque de silencio

El payador intenta conjurar el síndrome de la página en blanco con el único antídoto que conoce: seguir escribiendo.


Voy a serles muy sincero,
mis estimaos letores:
hoy voy a decirles algo
que me tiene atragantao.

Estoy cansado de coplear,
ya no le encuentro sentido
a este oficio palabrero,
ansina que estoy a punto
de mandar todo al abismo.

A eso se debe, imagino,
este muy largo silencio
en que caí últimamente.
La vida no da respiro
y si uno no respira
difícil decir un verso
o pronunciar una sílaba.

No es fácil, debo decirles,
enfrentar la hoja en blanco
y menos pa un copleador
que tiene o suele tener
siempre algún verso a la mano.

Ocurre que nestos tiempos
de tormenta y granizada,
la poesía, al parecer,
ha quedao postergada.
¿A quién podria importarle
lo que piensa un payador
trasnochao y belicoso
circunpecto y cincuentón?

Pues debo decir, entonce,
o mejor dicho escribir:
se me anda escapando el piche
en las cuevas de la vida
no le encuentro la salida
a las cosas que estoy viendo,
por eso tambien me escuendo
como hurón o topo sordo
que no quiere ya salir
ni escaparse de su pozo.

No es cualquier cosa una crisi
de escritura o recitao,
las coplas se me han trabao
entre tanta coyuntura
y las esencias parecen
guardadas con siete llaves
en lo hondo de mi ser
en mi noche más oscura.

Igual, no de atemorice
el letor desprevenío,
no hay crisi que dure un siglo
ni gobierno que no cambie.
Este criollo va a seguir
peleando con la palabra
aunque vengan degollando:
el que se calla está muerto
el que se rinde es canalla.

Y no es que me falten temas,
no sería ese el problema:
sobran asuntos, yo creo,
uno más fiero quel otro,
por eso no me decido
y me agarra este bloqueo
que me tiene como estatua
aburrida en el museo.


Me atrista más todavía
caer en esta manía
que algunos escribas tienen:
escribir sobre escribir,
como si no hiciera falta
salirse del uno mismo
y dejar tanto yoísmo
y poder tocar siquiera
de refilón la otredá.

Ya me voy, y me voy solo
de noche contra la noche.
Voy a frotar la botella
de las musas esta vez
a ver si me tiran algo
que me destrabe el garguero,
que un payador que no paya
es como sol que no alumbra
como perro que no ladra,
como pingo sin apero,
como puema sin misterio.

Hoja en blanco, preparate,
voy a ensuciarte de nuevo.
A los santos me encomiendo.
Espero que no sea eterno
este ataque de silencio.



Abril de 2017