lunes, 3 de septiembre de 2012

El payador critica a una revista literaria

Donde el vate campero manifiesta su desilusión tras leer La Leónidas Nº2.

Sorpresas tiene la vida,
si no, sería aburrida,
pero yo prefiero desas
que me ayudan a pensar
y me quiero referir
a un cambio muy singular
ocurrido en la revista
La Leónidas, pa más datos,
que amenazó con lancear
a tuitos los escritores
que se cruzaran porái.

Ansí, el primer número,
no dejó títere en pie:
le pegaron a Silanes,
al Teny, faltaba más,
a Lorenzo, y asomate,
y siguro que cobrás.
Entonces nos asustamo:
ahijuna, cuando aparezca
el número dos, cuidate,
que los chochamu pro Lambo,
te agarran de los poemas
y te tuercen el gaznate.

Pero no, fíjese usté,
que viendo por interné
el mentao número dos,
leo testos muy piadosos,
mimos para don Jiménez,
riflesiones sobre Fadel,
alabanzas a Cucurto,
es decir, ni más ni menos,
caricias al por mayor,
salvo un texto medio sonso
que le tira meros cuetes
a una novela menor:
la cosa daba pa más
pero por algún motivo
el criticón arrugó.
No digo yo questé mal
hablar bien de los amigos,
gustos son gustos, se dice,
y no critico lo güeno:
estraño lo prometío.

Ansí que acá mhey quedao,
debo confesarlo, sí,
bastante esilusionao.
Yo que soy gaucho caliente,
o me vendo como tal,
me había puesto recontento
cuando salió la revista:
por fin, dije, gauchos duros,
que no comen porquerías.

Pero risulta que ahura
el lión se limó las uñas,
se las pintó craqueladas
y se puso cariñoso
e inclusive concetual:
con notas al pie muy dinas
del frío y muy académico
mundillito inteletual.

Qué pasó, plumas filosas,
no me digan que compraron
bandita ancha y alfombra,
y estufa para pasar
el invierno en la ciudá,
queste número parece
más una Caras letrada
que un libelo puro y duro
como había amenazao
el lanzamiento en el Mam.

El editorial, pior…
parece desas cositas
que hacían los surrealistas,
gustando canonizarse
entre sus cuatro paredes,
ay, qué sensible que soy,
qué fumeta, qué picante,
qué sesudo y marginal…
Con esa mesma atitud
yo puedo decir que soy
el mejor payador vivo
y que venga Santos Vega
y saque su desmentido.

A ver si se animan, che,
y escriben sin tanto Bényamin
y cosas por el estilo.
La puesía no se encuentra
solo en páginas seletas
y menos entre dotores
formaos en la academia:
el paisaje hay que mirarlo
sin bajar la vista al pie,
que los bichos se te escapan
si no salís al sereno
lejos de la biblioteca
y dejás quel viento hermano
te despeje la cabeza.
La tercera es la vencida,
reza el dicho popular.
Ansí que me armo unos mates
y espero ansioso el tercero:
siguro trae cozcachos
o talerazos, al menos,
pa los poetas nativos,
que tanta bondá hace mal:
La Leónidas no se llama
ansí de casualidá.


Setiembre de 2012

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