miércoles, 31 de octubre de 2012

Sobre la Reforma constitucional


Sin que nadie lo invitara (como casi siempre), el payador se mete con un tema crucial para Mendoza.

Tema lindo y peliagudo,
como gustan a este criollo,
es la mentada Reforma
de nuestra carta más grande,
la llamada Carta Magna,
Costitución que le dicen,
Ley de Leyes y demás
nombres pa dar una idea
de su vital importancia.

Desde que tengo memoria,
que tampoco será tanta,
que quieren cambearle algo,
aunque al menos sea una coma
al texto jundamental
de nuestra hermosa Mendoza.
Pero por hache o por be,
en cada época igual,
los que la quieren tocar,
se topan con los que no
y ansí vamos sin destino
perdiendo pluma y garganta
discutiendo desatinos.

Digamos una verdá:
está vieja doña Magna,
va a cumplir ya los cien años,
su testo, aunque valioso,
tiene muchos agujeros
produto del paso el tiempo
y demás asuntos nuevos.

Y vamos con los ejemplos:
en tema correspondencia
menciona al mesmo telégrafo
y habla también de milicias
pa referirse a la cana,
ay, dios mío, que estás vieja
mi querida Carta Magna.

Leyendo la secsión diez
se me atraganta la lengua:
se refiere nada menos
que al Banco de la Provincia,
pues bien, ya tenemos áhi
mucho testo pa borrar,
quel dinero ya se fue
a caballo pa la pampa
y los billetes que faltan
naides ya los va a cobrar.

Con esta razón me basta
pa querer ya la Reforma
por la tristeza que da
el ricuerdo desas épocas
que teníamos un banco
pa atender y dar impulso
a nuestra necesidá.

Pero volvamos al tema
que tensiona en estos días
la discusión principal:
la oposición no se traga
la Reforma porque dice
ques un caballo de Troya
pa meter la reeleción
de vice y gobernador.

Parece falto e memoria
el grupete radical
que ha sumao a unos gansos
y a los del Pro en esta cosa
de oponerse porque sí,
por temor a que el pejota
meta un período más
y gobiernen ocho años
Pérez, Ciurca y los demás.

Es rara esta posición
de oponerse y oponerse,
porque se sabe muy bien
que los que ahura no quieren
cuando ellos jueron gobierno
la quisieron reformar
y tener ellos ocho años
y ahura no cuentan el cuento.

Y ansí es que toda Mendoza
es víctima deste entuerto:
unos quieren, otros no,
y la pobre Ley de Leyes
sentada en la mecedora
envejece día a día
y ya ninguna palabra
se le escapa de la boca.

Pa qué sirve, digo yo,
tener un testo tan viejo
que ni menta ni consagra
nuevos derechos sociales,
los pueblos originarios,
mujeres, niños, ancianos
ni a los discapacitaos.

“No hace falta”, argumentan
los que no quieren cambear,
“esos derechos ya están
consagraos por la Nación”.
"Ah, güeno", dicen los otros,
"ya sabemos pa qué sirve
tener una ley tan vieja:
guardémosla de reliquia
como antigualla especial
en la linda biblioteca".

Aunque yo soy gaucho duro
amante e la tradición,
ya no ando siempre a caballo,
porque tampoco soy sonso
y en el auto voy mejor.

Quiero decir pues con esto
que hay cosas inevitables
y si no las alvertimos
y nos negamos de plano
y seguimos entonando
siempre la mesma canción
continuaremos soñando
con un mundo que no esiste
más que en la imaginación.

También se me ocurre ahurita
que en el fondo debe haber
poca atitud pal trabajo:
los legisladores saben
que si llega a haber Reforma
van a tener que sudar
doble turno por un año,
qué pena que da, señores,
pensar en estas miserias,
tengan valor y coraje
y dejen las vacaciones
que se toman en enero,
que Mendoza les reclama
esta vez que pongan güevos.

Ya me voy, questoy cansao
de argumentar sin sentido
sabiendo que nuestra clase
política sigue usando
al pueblo como rehén
de sus disputas chiquitas
que sí, que no, y mientras tanto
el agua nos llega al cuello
y nuestra Costitución
ni se entera, pobrecita.


Octubre de 2012


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