El payador cuenta una historia difícil de creer, para justificar su machismo feminista.
(Nueva aventura con Marmat)
Allá lejos y hace tiempo
le propuse a mi compadre
el matrero e Padilla:
“mejor démosle a las chicas
aunque sea un día pa ellas”.
“No cuesta nada, que el año
es largo, duro y enseña”.
Eran tiempos muy violentos:
Argentina e los setenta.
Los milicos secuestraban,
torturaban, te largaban
de aviones al Río e la Plata
al Ullum o al Carrizal.
Como el clima de violencia
se ponía cada vez pior,
nuestras viejas nos fletaron
en bondi directo al Norte.
Nel medio deste quilombo
terrorífico y muy cierto,
nosotros, que éramos pendejos
nos mandamos pa la ONU
y propusimos: “Señores,
no nos vamos si no entregan
un día para las féminas”.
Ansí, nos plantamos duros,
como machos feministas
y después de conciliar
los capangas del planeta
largaron el 8 e marzo
como la única prienda.
Eso fue, ahura ricuerdo,
mil nueve setenta y siete.
Yo tenía 14 años,
me la pasaba leyendo
Patoruzú y Condorito,
y Marmat era un pendejo
talentoso y ocurrente,
pero e lejos se notaba
que tenía diente e leche.
Como güenos ejemplares
desendientes e chimpanceses
amábamos a las mujeres
y queríamos que el mundo
les diera un día siquiera
pa que el macho recabrón
que se emborracha y les pega
haga memoria y se calle,
se ponga a riflesionar
y agradezca haber tenido
nada menos que un amor,
y sobre todo que pare
de una vez la golpeadera.
Yo no entiendo a esos cabrones
que les pegan a sus minas,
aunque he visto algunas chicas
que tiran sus buenas piñas.
Que la violencia es un mal
desperdigáo por el mundo
no es ninguna novedá.
El problema es cuando el mundo
se hace el sota y deja al hombre
con toda la autoridá.
Hay que ser flor de culebra
pa pegarle a una mujer,
y también hay que ser zonzo
porque no hay nada más suave
que la pielcita e tu chica,
que el pecho e tu mamá,
que la panza embarazada
que nueva vida nos da.
Ritomando nuestra gesta,
allá lejos en la ONU,
se nos hizo peliagudo
volvernos solos a dedo.
Éramos dos pendejitos
más verdes que dólar nuevo,
así que como dos giles
empezamos a hacer dedo.
Nadie nos ha créido nunca
que áhi nomás nos levantaron
diez chicas en una combi
que se iban a Colorao.
“Where are you from”,
largó una,
“Aryentina, a lot of honra”,
dijo Marmat balbuciando.
Yo me quedé tupefacto:
no sabía que el culillo
se defendía tan bien
con la lengua del imperio.
Así que el viaje fue un lujo:
las chicas nos dieron couc,
perros calientes y donas.
Seguimos haciendo dedo
y ya en México profundo
nos levantaron dos narcos.
“Qué onda, buey”, nos preguntaron.
“Ninguna honda”, ojalá
tuviéramos una Puma
48 o al menos
una Yamaja hecha bosta.
Los narcos se encabritaron
con simejante rispuesta:
casi nos tiran andando,
por suerte llegamo a un pueblo
y ahí mesmito nos largaron.
Si habremos morfao tacos,
tamales y otros manjares,
si habremos tomao tequila
ribajáo con buena soda
que éramos niños y aún
y no sabíamos del efeto
tremebundo del alcol.
Tuvimos suerte, pasó
por ese pueblo narcótico
Bolaño en una Mejari
y nos dijo, che, argentinos,
qué andan haciendo, pendejos,
parecen Belano y Lima
buscando a la Tinajero.
Nosotro no comprendimo
nada de lo que decía
el chileno mejicano,
pensamos en Chespirito
es decir Gómez Bolaños,
y dijimos: “Che qué suerte,
venir a encontrar en medio
de este disierto embromao
nada menos que al gran Chavo”.
Igual nos pareció estraño
porque este era bien blanquito,
enrulao y chilenazo
y de antiojos redondeaos.
Ya con los años leímos
Los detectives salvajes.
Uyuyuyyyy, tiró Marmat,
naides nos va a creer
que estuvimos con el mesmo
escriba que todo el mundo
alaba por estos pagos.
No importa, le dije yo,
el que no crea, que espere,
el que quiere oír que oiga
y el que crea que mentimos
que se vaya pa Sonora.
Bolaño puso primera
y la Mejari arrancó
sacando polvo de abajo
como una Ferrari nueva.
Nos llevó hasta leropuerto
nos dio plata y repitió:
“No regresen a esta zona,
acá la gente te mata
si le decís mal la hora”.
“Y peor, hay un gallego,
de apellido Vila-Matas,
que suele viajar pa acá.
Da talleres literarios,
y si ve que escribís mal
te despacha sin pensarlo
con un suicidio ejemplar”.
“No se vaya a creer usté”
-le respondimo al chileno-
que Argentina es una fiesta:
están disapareciendo
padres, amigos, hermanos,
mujeres embarazadas
y todo el que no comulga
con la hostia y con la espada.
Igual volvimos a casa,
ayudaos por el genio:
impresionante aventura
que llevamos muy adentro.
Cuando llegamos al pago
nuestras viejas habían hecho
bizcochuelo, tortas fritas
chocolatada y pan dulce.
“Los extrañamos, muchachos,
pichones de aventureros”.
Ya veníamos agrandaos
con la suerte que traíamos:
“No fue nada pa nosotros:
defender a las mujeres
es una misión eterna,
si no fuera por ustedes
no podríamos vivir
ni pensar de otra manera”.
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