Contra muchos pronósticos, el Payador Incorrecto, conocido por su dureza, rudeza, aspereza, criticidad, ironía y amargura, compone un texto donde deja traslucir algo de su camuflada humanidad: unas coplas donde se refiere a su hijo más pequeño, Felipe, que tiene la trisomía 21, es decir el síndrome de Down, y hoy, con cinco años, es un tipito que se atropella el mundo. Coplas no aptas para parientes ni allegados a la familia del payador. Quedan advertidos.
A Cecilia, la mamá
Antes que nada prevengo:
esta copla es emotiva…
Voy a hablar del más pequeño
de los críos qhey criao.
Felipe, para más datos,
López también se apellida,
y para más precisiones
tiene síndrome de Daun.
Apenas nació el pequeño,
el médico me anunció
que era un ser muy diferente
al que espera cualquier ego.
Estaba hecho un ovillo
en una manta celeste
que le tejió su agüelita.
Yo áhi nomás pedí permiso
y me lo alcé y lo besé.
Áhi se me jueron los nervios
y también volví a nacer.
Él estaba tibiecito
y dormido como un ángel
y aunque no entendiera nada
yo le dije muy despacio
y al oído: “compañero,
vamo a dir para adelante”.
Dispués juimos con la madre:
le conté que habíamos hecho
un culillo diferente
al común de los mortales.
Ella lo tomó con juerza,
de algún modo lo intuía:
una madre sabe más
que cualquier ecografía.
No le importó dimasiao:
solamente si vivía,
si estaba frágil o sano.
Otra cosa esecional:
salió rubio y de ojos claros.
La familia, conmovida,
primero no atinó a nada,
no estamos acostumbráos
a lo distinto en la casa.
Luego jueron acectando
al tipito que se acerca
te da un beso, te hace un mimo
y te hace sentir que todo
se mejora con cariño.
Su hermanita más cercana,
Violeta, para más datos,
lo alzó y lo cuidó mucho
desde que salió de neo:
ella es parte de su mundo.
Sus agüelos y sus tíos,
sus primos y sus hermanos
y todos nuestros amigos
son entrañables con él,
lo cuidan y lo protegen
y lo ayudan a crecer.
Las maestras y maestros
son parte jundamental
del camino de este enano:
todo niño necesita
insistencia, libertad,
la mayor de las pacencias
y también límites claros.
Felipe es una persona
que vive como cualquiera.
Desde ajuera se ve duro
desde adentro es otra cosa:
un hijo es primero un hijo,
se istala en el corazón,
te enseña a ser menos zonzo,
te quita la soberbez,
lo ves cómo mira el mundo
y te lo ayuda a entender.
No he dicho yo que sea fácil
ni que no se sufra mucho,
pero todo hijo que viene
sea típico o diferente
te pone en otro lugar,
que la vida continúa
y es perpetuo desafío:
si no tenés esperanza
nunca nada va a cambiar.
Cuando quiero ser feliz,
yo me voy con mi pequeño,
de la mano por ahí:
el horizonte se corre
y seguimos caminando.
No importa el tiempo ni el miedo,
él no se pierde de nada,
se me suelta, se me escapa,
yo lo miro y no lo creo.
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