El payador retoma su veta gastronómica y pone en verso una tradicional receta.
Tuve que ir obligao
a una nutricionista
porque tengo elevaos
azúcar, colesterol
y ansí no puedo seguir
si no quiero que un infarto
me haga dirme de aquí.
Luego de un lúcido análisis
de mis pesadas comidas,
la Mariana -ansí se llama
la especialista que veo-
me escribió por correo
tres hojas de indicaciones
y comencé de inmediato
a comer puras raciones.
Pero esta mañana fría
me agarra solo en la casa
y pienso que unas lentejas
como las hacía la vieja
son lo mejor pa almorzar
y después hacer la siesta.
Tonce agarré medio kilo
de lentejas y lo herví
con medio kilo e zapallo
como debe ser, del año,
cortadito bien finito
y ya me puse un tintito
a refrescar en el patio.
Luego, aparte, en la sartén,
freí ajo y cebollita,
en mucho aceite de oliva,
agregué un poco de carne,
un pimiento y zahanorias
todo cortao chiquito.
Se acercaron a ayudar
el chorizo colorao
y la paciente panceta,
un poco de agua caliente,
y cuando estuvo cocío
se lo agregué a las lentejas.
Una hora y media de hervor
le llevó al guiso bendito
y antes de apagar el juego
agregué un ají picante
clavo de olor y un puñao
de sal gruesa y no saben
cómo quedó este sancocho,
si digo esquisito es poco.
Cada tanto hay que salirse
de la dieta que nos mandan
pa no sentir que los años
nos tienen condicionaos
e imaginar que la vida
sigue igual como era antes
cuando comíamos de todo
y la panza tenía aguante.
Saludos y ya me voy,
que la siesta me ha llamao,
no hay gaucho más soñador
que el que ha comío pesao.
Abril de 2012
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